miércoles, 12 de junio de 2013

Estatuas de sal

  Si de algo nos ha de servir esta travesía por el desierto que estamos viviendo, esta situación límite que una gran parte de nuestra población está sufriendo en propia carne, en definitiva  esta palabra tan recurrente llamada crisis, debiera ser para que ciertos comportamientos que hasta ahora habíamos consentido, o por lo menos ante los cuales habíamos mirado hacia otro lado desaparecieran y nos hicieran ser más capaces como sociedad y como pueblo cuando comience esa tan deseada remontada y que, no debe ser algo que venga de fuera o fruto de un entorno internacional favorable- que también- sino de una capacidad por parte de nuestra sociedad de ser competitivos y capaces de hacer sostenible un estado del bienestar duradero en el tiempo.
  Tengo la mala costumbre de fijarme en los pequeños detalles de las cosas y mientras la gente despotrica contra las altas cúpulas financieras, la ineficacia soberana de este o aquel partido político y en fin de esas cosas de política a lo grande ; yo en cambio me he dado en poner el ojo en esas pequeñas estructuras que precisamente por pequeñas puedan pasar inadvertidas, en esos pequeños espacios que deja el sistema para la triquiñuela y la pequeña estafa, en fin para esos pequeños males endémicos que individualmente quizá no tendrían más importancia y que de seguro no darían para encabezar ninguna portada de periódico, pero que en mi opinión , debieran ser extirpados y solventados con máxima premura.
Llamadme voyeur pero, llevo días observando el comportamiento de la bibliotecaria y bibliotecario de la biblioteca pública de los Alcazares y día tras día mi indignación ha ido" in crescendo" pues los susodichos empleados municipales destacan por su desidia y su indolencia, pasan el día sentados en la silla de su escritorio jugando a diversos juegos de la red, visitando redes sociales y demás divertimentos poco propios del salario que reciben del erario público. Sometidos a un control inexistente pasan la mañana y la tarde dejando las horas correr por la esfera del reloj esperando con ansiedad la finalización de su turno. Esta biblioteca con pocas o ninguna actividad cultural que fomente la lectura y el acercamiento de los niños a los libros, con ninguna actividad de la que
tengan que hacerse cargo los susodichos empleados públicos constituye un ejemplo palmario del empleado público parasitario regido por la ley del mínimo esfuerzo. Y yo me pregunto ¿Podemos permitirnos pagar a funcionarios públicos que dedican su jornada laboral a la lectura personal, a realizar test de autoescuela, a navegar por facebook y demás redes sociales?, ¿Se puede permitir el ayuntamiento de los alcázares , que dicho sea de paso se encuentra en ciertos aprietos económicos, el pago de nominas a todas luces ineficaces y que solo genera un mal ejemplo para todos los ciudadanos que observan a los citados individuos?, y para terminar, ¿Debemos aceptar los ciudadanos que se use con tan pocos resultados nuestro dinero?.
  Quizá la mayoría de los lectores de este post piensen que nada se puede hacer, tal vez se encuentre de forma de demasiado fuertemente arraigada la resignación en mis conciudadanos, pero yo no me resigno a que se pierdan puestos de trabajo realmente valiosos, puestos de trabajo que aportan un plus a la sociedad, mientras estos parásitos muy duchos en el arte de sobrevivir y de mantenerse gracias a un perfil bajo se perpetúan y jubilan sin conocer el significado de la palabra trabajar.