Si de algo nos ha de
servir esta travesía por el desierto que estamos viviendo, esta situación límite
que una gran parte de nuestra población está sufriendo en propia carne, en
definitiva esta palabra tan recurrente
llamada crisis, debiera ser para que ciertos comportamientos que hasta ahora
habíamos consentido, o por lo menos ante los cuales habíamos mirado hacia otro
lado desaparecieran y nos hicieran ser más capaces como sociedad y como pueblo
cuando comience esa tan deseada remontada y que, no debe ser algo que venga de
fuera o fruto de un entorno internacional favorable- que también- sino de una
capacidad por parte de nuestra sociedad de ser competitivos y capaces de hacer
sostenible un estado del bienestar duradero en el tiempo.
Tengo la mala
costumbre de fijarme en los pequeños detalles de las cosas y mientras la gente
despotrica contra las altas cúpulas financieras, la ineficacia soberana de este
o aquel partido político y en fin de esas cosas de política a lo grande ; yo en
cambio me he dado en poner el ojo en esas pequeñas estructuras que precisamente
por pequeñas puedan pasar inadvertidas, en esos pequeños espacios que deja el
sistema para la triquiñuela y la pequeña estafa, en fin para esos pequeños
males endémicos que individualmente quizá no tendrían más importancia y que de
seguro no darían para encabezar ninguna portada de periódico, pero que en mi
opinión , debieran ser extirpados y solventados con máxima
premura.
Llamadme voyeur pero, llevo días observando el comportamiento
de la bibliotecaria y bibliotecario de la biblioteca pública de los Alcazares y
día tras día mi indignación ha ido" in crescendo" pues los susodichos empleados
municipales destacan por su desidia y su indolencia, pasan el día sentados en
la silla de su escritorio jugando a diversos juegos de la red, visitando redes
sociales y demás divertimentos poco propios del salario que reciben del erario
público. Sometidos a un control inexistente pasan la mañana y la tarde dejando
las horas correr por la esfera del reloj esperando con ansiedad la finalización
de su turno. Esta biblioteca con pocas o ninguna actividad cultural que fomente
la lectura y el acercamiento de los niños a los libros, con ninguna actividad
de la que
tengan que hacerse cargo los susodichos empleados públicos constituye
un ejemplo palmario del empleado público parasitario regido por la ley del mínimo
esfuerzo. Y yo me pregunto ¿Podemos permitirnos pagar a funcionarios públicos
que dedican su jornada laboral a la lectura personal, a realizar test de
autoescuela, a navegar por facebook y demás redes sociales?, ¿Se puede permitir
el ayuntamiento de los alcázares , que dicho sea de paso se encuentra en
ciertos aprietos económicos, el pago de nominas a todas luces ineficaces y que
solo genera un mal ejemplo para todos los ciudadanos que observan a los citados
individuos?, y para terminar, ¿Debemos aceptar los ciudadanos que se use con
tan pocos resultados nuestro dinero?.
Quizá la mayoría de
los lectores de este post piensen que nada se puede hacer, tal vez se encuentre
de forma de demasiado fuertemente arraigada la resignación en mis
conciudadanos, pero yo no me resigno a que se pierdan puestos de trabajo
realmente valiosos, puestos de trabajo que aportan un plus a la sociedad,
mientras estos parásitos muy duchos en el arte de sobrevivir y de mantenerse
gracias a un perfil bajo se perpetúan y jubilan sin conocer el significado de
la palabra trabajar.