El césped bajo mi espalda estaba húmedo y fresco. La llovizna
que había caído durante todo el día acababa de cesar y un intenso olor a tierra mojada invadía todos
mis sentidos. Podríamos decir que no había nada más, nada, tan solo yo, la tierra mojada bajo la sudadera y ella.

Un pequeño pajarillo se poso cerca de mí, lo envidie, que fácil seria moverse, respirar y alimentarse por instinto, sin recuerdos, sin remordimientos. Casi la pude sentir, allá abajo, tan sola. Desearía que la tierra me engullera, poder acompañarla en su eternidad, limitar todo mi futuro a los próximos minutos, ganarle la partida a esa mala suerte que me la arrebato. Decirle que no va ha ganar ,que no se saldrá con la suya, mirarla a la cara y gritarle, increparle por no darme la oportunidad de articular un simple adiós.
Como afrontar que el resto de tu vida sera tan solo un constante mirar en el pasado, un bucear sin tregua en esos mínimos detalles que ayer no eran sino insignificancias y hoy lo son todo. Maldición de vivir sin fuerzas,maldición de no tener el valor para dejar de hacerlo.
Esta comenzando a llover de nuevo y creo que regresare a casa......................
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