sábado, 28 de diciembre de 2013

Noventa centímetros para ser dos

  Es en la madrugada, cuando los sonidos yacen reposando en los brazos del silencio, justo en ese instante, en el que escucho tu sincopada respiración y esta, marca los tiempos de mis pensamientos. En ese preciso momento, en el que me deslizo con la mirada, paseando por las facciones de tu cara, relajadas, abandonadas a un tierno sueño. En ese preciso "tic" del segundero,  todo merece la pena. Se insufla a mi pecho una misteriosa brisa, que me convierte en capaz de derrotar al fantasma de las circunstancias, a las renuncias obligadas, a la pena... Todo tiene sentido frente a lo intrincado de tus rizos, respirando al son que boga el vaivén de tu respirar.
  Me deslizo furtivo bajo las sabanas de tu cama, adormezco mi razón sobre tu infantil pecho, sofreno a la avariciosa angustia y me abandono a tu inocente aroma. Siempre, cada noche sin falta me pregunto, como puede ese cuerpecito infundir tanto calor a mi helada alma, conferir tanto poder a tan cobarde voluntad.

  Es en noches frías como esta, de un frio ajeno a los termómetros, de esas que hielan el deseo de vivir. Es en noches como esta, que me refugio en tu futuro, me adormezco en mi deseo de adherirme sobre ti. Son noches como esta, las que me obligan a
no rendir.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Paranoias de una noche que pretendio ser larga.

Sentir sin vivir
 Recordar sin dejar de sufrir
Deseos sudorosos
 Desde  una manta olvidados
Seguro que me olvidas, yo no seré capaz
Nacer para morir,
Fumar sin consumir,
 Camino sin final,
 Sofá de larga espera
  Primavera tras invierno
 Yo mirando tu perfil,
Perfilando mí derrota.
 Mentirosa la verdad,

 La  que me empuja a recordarte.

jueves, 26 de diciembre de 2013

AÚN....

Aún, no avisa, aparece de repente y como relámpago te enamora.
Aún, es un tu y yo pretendiendo ser un nosotros. Es poner cara de tonto y decir : "me encanta que me encantes".
Aún, es demasiado tiempo cuando hablamos de añorar. Cuando pretendemos seguir con nuestras vidas y mirar hacia otro lado a pesar de que aún no somos capaces.
Aún, puede llegar a ser lo único que mantiene una sonrisa sobre nuestro rostro. Es temblar cuando aún no soy capaz de borrar de mi memoria aquella noche, es recordar aquella sábana blanca rendida sobre tu pecho.
 Aún, es a veces una forma sutil de reconocer que no puedo, que no deseo olvidarte, es tan solo recordarme que lo mejor que me ocurrió fue caminar por aquel callejón encharcado, que la risa de tu boca fue medicina para mi alma.
Aún, es la esperanza de volver a verte beber malibu con piña y también el irresistible deseo de compartirlo de nuevo de tus dulces labios, mientras que el mundo nos confirma que somos el uno para el otro.
Aún, es temblar al contacto de tu piel, es desear que el tiempo se desvanezca al  compas de tus caderas.
Aún, a veces se disfraza de  tal vez, tal vez me haya enamorado, tal vez no debería decírtelo, tal vez tenga miedo a perderte.
Aún, es una mala consejera cuando  añoramos y se que estas lejos. Cuando  aún no te puedo ver y aún no me acariciaras.
Aún ha dado a luz a esta carta y  esta noche llora tu ausencia y  aunque tiene lágrimas en los ojos, no quiere parar de llorar porque sabe que el llanto y el recuerdo es lo único que aún le queda.
Aún, soy yo añorándote.

 Aún, espero que seas tú arrepintiéndote.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Disolucion

El coche pareció encogerse, retraerse sobre sí mismo, como si incluso el supiera de lo inevitable de este momento. Comencé a sentir un extraño magnetismo, una imperiosa necesidad de disolverme sobre sus labios, de olvidar que el mundo tiene sus reglas y que a veces sale caro transgredirlas.
 Me embarque cual Odiseo inocente en el viaje de sus labios, en la dulce fragancia de su cuerpo, en esa misteriosa sensualidad que desprende su mirada. Me aleje con rumbo incierto. Rendido,
disfrute del lento balanceo de sus labios sobre los míos, soñé con perseguirlos hasta la frontera más alejada de su piel, hacia el más recóndito escondrijo que su ropa escondía.
 Me perdí en el recuerdo de cada momento compartido, en cada sonrisa asomada al balcón de su boca, a cada brillo de sus radiantes ojos; me perdí entre las rocosas costas de mi deseo y desee encallar para siempre.

Fue un leve susurro, una puñalada en forma de palabra, un “Vale” agridulce el que me hizo despertar, recordar que los ángeles les están vedados a los simples mortales. Fueron tan solo cuatro letras las que rompieron la inconsciencia de la pasión y desterraron este momento a un estrecho y ajado baúl llamado recuerdo.