lunes, 18 de febrero de 2013

Derecho al pataleo.

   Todos tenemos el derecho e incluso me atrevería a decir que el deber, de participar en la construcción de ese ente que nos transciende y que hemos venido a llamar sociedad; sociedad que  cada uno puede  entender de una forma diferente y que debe ser definida de antemano.
  Pero, una vez que un conjunto de individuos , posiblemente  provenientes de diferentes estratos sociales, niveles educativos e inclusive áreas geográficas, deciden formar parte de ese aglomerado de diferentes texturas, tienen el deber moral de implicarse, de quejarse, manifestarse en la calle, desde un foro en internet, de ejercer la importantísima tarea de educar en libertad  o simplemente de mantenerse informado para ser capaz de detectar cualquier injusticia,  en esta solución en ocasiones sobresaturada de impurezas llamada Democracia y que, hemos de filtrar y reinventar día a día.
  Tengo la firme convicción de que una democracia real, una democracia con mayúsculas, se sustenta en la participación activa y el control permanente a la clase dirigente por parte de  eso que viene llamándose sociedad civil y que no somos sino cada uno de nosotros desde nuestras capacidades y circunstancias personales.
   Partiendo de esta base me gustaría que me explicaran porque desde la gala de los Goya no se puede hablar  de política, recortes o de lo que le salga de la peineta a los actores y demás miembros del gremio del celuloide, me gustaría que lo hicieran esos que desde ciertos medios de comunicación u otras posiciones de visibilidad publica han pasado semanas intentando censurar lo que desde la gala de los Goya pudiera ser dicho. En verdad no entiendo porque se trata de demonizar a un sector que aunque muchos intenten que olvidemos da mucho trabajo y entretenimiento, no entiendo porque no pueden defender sus intereses, que no necesariamente  tienen que ser los de los demás, pero no por ello  menos legítimos y validos para eso que he pretendido explicar con anterioridad eso llamado construir sociedad; desde la discrepancia sí, pero construir al fin y al cabo. No entiendo como ciertos periodistas “serios” se atreven a censurar la validez o la idoneidad de sus reivindicaciones u opiniones en base la cuenta corriente de esos actores o directores o por el traje que se viste cuando se hacen. Acaso la realidad cambia si se dice vestida de Armani o de H&M. 
  Triste es la conclusión a la que se puede llegar viendo a estos pseudopoliticos o pseudoperiodistas, triste darse cuenta de que los primeros vivirían encantados ante una sociedad aletargada y dócil al collar de su amo, permeable a las consignas de los segundos que, vendidos al calor de una familia política defienden en algunas ocasiones lo indefendible. Porque me pregunto yo que nos queda a los ciudadanos si se nos arrebata el derecho al pataleo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario