sábado, 16 de febrero de 2013

Sinsentido en su justa medida.

Morir es dejarse ir, tan solo dejarse llevar x una canción en una noche oscura, tan oscura como esas en las que tan solo un recuerdo puede llevarte de vuelta al mañana. Morir es sentir que esa noche te invade y ocupa tu alma, que asfixia cada pedazo de mañana. Morir es tan solo mirar hacia delante y no ver más allá de lo vivido.
 Consumiendo cada leño de mi ayer me encuentro, alimentándome de ese pretérito que no volverá y maldiciendo por recordar. Miro el cielo, si… ese que fue nuestro, y tan solo veo oscuridad, miro el mar y nada más que una masa informe agua se me antoja. Recuerdo cuando lo hacíamos juntos, lo recuerdo como si fuera ayer y han pasado años. El cielo marcaba nuestro destino y el mar y su oleaje ponían banda sonora a nuestra elegida felicidad.
 Recuerdos que no son sino una dulce maldición que me hacen estar viendo tus ojos y las heridas que tu mirada provocaba en mi voluntad, recuerdos que me transportan a la pulsera de tu tobillo y a mi soñando con llegar más allá.
 Morir es recordar, es el olvidar que “nunca más” es el principio que ahora rige mi vida.
 Amanece y mi alma no se da por enterada y aunque, el sol luce en lo alto en mi corazón tan solo reina la tiniebla de tu ausencia. Agazapada, rendida aguarda para ser rememorada, escondida a la vista pero siempre dispuesta a hacerse notar.
Si tan solo pudiera perderme en tu pecho una vez más, elegiría que fuera esta noche y tal vez todas las que le siguen. Si tan solo ese deseo me fuera concedido creería en ese destino del que tanto hablabas, de ese en el que yo tambien creía en esas noches, en que dormir atracado al puerto de tus caderas se me antojaba cotidiano.
Vivo, si, pero ...¡¿que es vivir sin un mañana, sin la esperanza del “nosotros” y ante la frenética realidad del “yo”?!.

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