martes, 15 de enero de 2013

Knockin’ on Heaven’s Door


  La música suena en mis auriculares y me permiten evadirme del mundo, a mi alrededor la televisión ha dejado de sonar pasa a ser tan solo una inconstante fuente de luz que parpadea al son de cuñas publicitarias varias , tan solo algo ajeno a mi. Ella duerme a mi lado  y yo ,al ritmo de una melancólica Alondra Bentley y su Ashfield Avenue me convierto, me transformo en un yo diferente, un yo que no es padre ni marido, un yo que es ajeno a hipotecas, facturas y problemas. Un alguien diferente al que mañana negare haber conocido.
  La tenue luz de la pantalla del ordenador y el acompasado ritmo de mis dedos al golpear el teclado me relajan, me ayudan a expulsar todos esos demonios. Errores pasados, decisiones que tomar a pesar de la certeza que estas posiblemente se convertirán en los errores del mañana.
Elegir esa bendita maldición que el ser humano lleva sobre sus espaldas, elegir y afrontar que el camino que se toma en ocasiones no tiene retorno. ¡Que duro!.¿Quien no se ha preguntado alguna vez si su vida no hubiera sido distinta ante el solo cambio de algunas variables  en su ecuación?, ¿Quien no ha rememorado tiempos pasados, añorando esto o aquello del pasado?.Es difícil cuestionarse a uno mismo, tarea complicada ponerse en tela de juicio  y decirse en un susurro,bajito muy bajito, al oido: “La cague”.
   En estas noches en que tan solo el sonido de la  guitarra golpeando en mi auriculares  y mi yo mas sincero nos encontramos bajo las sabanas de mi cama, en estas noches en que elucubrar esta permitido, me deslizo a través de esos momentos. Me transporto a esa ultima fila desde la que te vi por primera vez, rememoro ese bucle rubio que caía despreocupado sobre tus hombros, recuerdo cuanto me costaba fingir naturalidad cuando bajaba del autobús y allí estabas,  esperándome, Puedo sentir esa sensación, mezcla de miedo y excitación, cuando por fin me decidí a besarte. ¡Madre Mia! como apretaba los parpados intentando alargar indefinidamente el momento . Ingenua creencia esa , tan  propia de los dieciocho:lo que no se ve no pasa. Bendita ingenuidad que nos hacia creernos dueños de nuestros destinos.
  ¡Locura!, tal vez , pero en estas noches en que el reloj no manda, en estas noches en que el mis fantasmas se permiten vagar a placer por mi habitación , desearía volver a ese palco del teatro donde sentado a tu lado  fingiendo durante hora y media atender al escenario fui feliz, a esa orilla del mar donde al arrullo de granizados de limón con beefeater nos atrevíamos a desnudar nuestras almas.
  El tiempo se acaba….. en unas horas despertaré y todo habrá sido un sueño. En unas horas fingiré ser feliz, olvidare la  tormenta que  desvió mi rumbo, que fui demasiado cobarde para lanzarme al océano y bracear hasta tu orilla. Me convenceré de que su piel es tan blanca como la tuya, que su olor es tan dulce ,sus ojos  tan azules y sus manos tan hábiles.Mañana de nuevo me dejare arrastrar por esa violenta corriente que  determina nuestras vidas y nos hace espectadores impotentes de nuestro presente. Arinconandonos contra nuestro pasado y en  un anhelo constante en pos del futuro.
  La mañana llegara y tan solo me quedaran las noches en que un vaso de whisky y la calidez del humo de un cigarro me devuelven a ti. Siempre podre volver al comienzo donde equivocarse era menos….definitivo.

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