En la sobremesa de una mesa tras una de esas tantas comidas
familiares que por estas fechas son tan frecuentes me encontraba cuando como no,
las conversaciones de unos y otros fueron convergiendo en el top de la lista de
los temas, el trending topic de las tertulias, “la crisis”. Así entre cafeses y
licores y escuchando a la maestra quejarse de la subida de horas de trabajo
pareja a la reducción de su salario, de
que si ahora las bajas no se cubren hasta el quinceavo día …., al autónomo hablar
de lo mal que anda el patio para ellos, que si siempre han sido el eslabón más débil
de la cadena y que si nunca se han articulado políticas validas para mejorar su
situación y han acabado aunando las facetas más negativas del asalariado por
cuenta ajena y el elevado factor riesgo que asume un empresario, al parado arguyendo
no con menos razón que peor anda el ,
que estos al menos conservan su trabajo y que ya se cambiaba él a “pelo” con
esos que pasan el día quejándose por su situación laboral; prestando mucha atención
al pensionista que comenta el miedo a poder ver afectado lo que una vida de
trabajo y sacrificio le ha costado adquirir y creía consolidado, he tenido una
triste sensación de que imperaba él y yo peor y que esa igualdad de la que la revolución
francesa hizo su bandera se había convertido en igualitarismo y todos pretendíamos
en una feroz lucha verbal igualarnos por
abajo, he sentido que la actitud que imperaba entre nosotros era la de esos marinos que sabiendo el barco
perdido y a merced de los atacantes saltan por la borda con un sálvese quien
pueda como lema.
A veces puede resultar muy difícil ver el mundo mas allá de
nuestra situación personal(máxime si vivimos pendientes del color de los números
de nuestra cartilla bancaria).A veces lo
que nos rodea como individuos tiende a difuminarse a favor del individualismo y
pensar en nosotros como parte de una estructura social, de un engranaje al que
pertenecemos y en el que todos participamos o al menos deberíamos hacerlo de
forma activa para garantizar su adecuado
funcionamiento puede llegar a ser algo complicado.
Escuchando a la gente expresar lo que, no dejando de ser
unas legitimas quejas por la dura situación que estamos atravesando y, haciendo un ejercicio de empatía con ellos, no
puedo no obstante sino echar de menos ese elemento cohesionador, esa amalgama
que en otros tiempos pasados, tampoco exentos de dureza, nos hizo más fuertes
como sociedad y nos doto de herramientas para sobreponernos. Después de esta crisis posiblemente ninguno
de nosotros volveremos a ser los mismos, nuestras ideas, valores y forma de ver
el mundo cambiaran. Pero hay si cabe algo más importante que esto y es el hecho
de que de esa visión nueva del mundo que nos rodea, que esa nueva forma de
entender nuestro entorno también lo moldeara y construirá las bases de la sociedad que heredara
nuestro mañana.
¿Queremos ser una sociedad en que la ley de la selva impere o
deberíamos comenzar a exigirnos pensar en los intereses del conjunto por encima
del yo individuo? Esa es una respuesta que cada uno debe hacerse a sí mismo, yo
por mi parte tengo muy clara mi respuesta.
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