Y sin embargo me resisto a perderlo a manos del olvido…..
Ayer me calce mis zapatillas deportivas y mis pantaloncillos
decathlón fin de temporada a conjunto con esa camiseta ligeramente manchada de pintura desde la última
mano a mis rejas. Me deslice a dar un
paseo por la orilla del mar. Teníamos una temperatura de 20 grados ,no se movía
ni un pelo de aire y lucia un sol radiante. El recorrido estaba salpicado de la
gente justa, variopintas personas que
transmiten esa mezcla entre la exclusividad
que proporciona recorrer la orilla del mar fuera de temporada y esa compañía involuntaria
que te proporcionan ahuyentando la
incomoda sensación de soledad.
Apenas había recorrido un par de kilómetros cuando una
calidad sensación de paz y cálida tranquilidad me invadió y por un instante lo sentí:
Felicidad. Felicidad de esa de la que se
tiene la certeza que tan solo
puede responder a algún tipo de alineación cósmica, felicidad de esa que no costando nada pagarías una mensualidad por tu ración de ella, de esa “ sana” , que no respondiendo
a la satisfacción de ninguna compulsión puede generar incluso la sensación de inmerecida. De esa que
no se compra ni se vende, que no responde a ningún tipo de estimulo o
comportamiento, sino que tan solo te aborda sin pedir permiso, te hace ser
consciente de lo vacio de toda tu mundana existencia, del poco valor de tus
prisas, anhelos y metas y tras la convulsión te devuelve a tu intranscendente día
a día con una extraña sensación de transcendencia.
Quise atraparla, desee que no acabara, intente aferrarme a
esa casi irreal sensación que invadía cada poro de mi piel. El sol, la brisa,
ese dulce olor a sal, todo parecía
predispuesto para proporcionar placer, todo parecía formar el
contrapunto perfecto a la ligera cadencia que mi cuerpo emitía con
cada paso; la textura de la arena, la risa de unos niños a lo lejos cada
pieza parecía formar parte de una
sinfonía compuesta en mi exclusivo
honor.
Sentí una irrefrenable necesidad de expresarlo, desee ser
capaz de plasmar ese sentimiento de alguna forma, hubiera pintado frente a un
oleo, compuesto frente a una partitura, narrado frente a una página en blanco y
sin embargo deje que se extinguiera, se fue apagando de una delicada y nada
brusca forma agitando la mano en un
hasta la próxima. Murió de la misma imprevista forma en que nació.
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